Abandono nuclear en Alemania

jueves, 3 de noviembre de 2011 ·


Editorial (El País digital)

"Made in Germany"

Hernán Sorhuet Gelós
Así se denomina la nueva política energética alemana, llamada a revolucionar en el mediano plazo las estrategias mundiales en la materia.
Lo más impactante fue la decisión del Parlamento alemán de abandonar el uso de la energía atómica. Se apagaron de inmediato 8 reactores (los construidos antes de 1980), y los restantes 9 correrán la misma suerte en un plazo que finaliza en 2022.
La catástrofe atómica causada por el tsunami en Fukushima fue el detonante que precipitó esta decisión. Hasta entonces estaba prevista una paulatina transición hacia una era de energías renovables.
Se trata de un experimento apuntalado en una idea fundamental, que cambiará al mundo para bien. Construir la sociedad moderna sobre la base de la sustentabilidad energética. Significa alcanzar un desarrollo tecnológico que pueda abastecer la siempre creciente demanda de energía, usando fuentes limpias y renovables.
Hasta ahora esta idea era una utopía, y el principal argumento en contra de la apuesta por las fuentes renovables. Pero, con la sorprendente decisión de Alemania de transformarse en el primer país industrializado en abandonar la energía atómica y basar su funcionamiento en energías alternativas, la situación ha tomado un giro inesperado.
Sin entrar en detalles, es evidente que la nueva postura germana no es alocada, improvisada ni apresurada. Es una jugada arriesgada que ha sido debidamente evaluada por los especialistas y respaldada por la mayoría del sector político.
Se sabe que serán necesarias considerables inversiones en infraestructura y eficiencia energética. Habrá una gigantesca inversión en desarrollo tecnológico como nunca se realizó en energías renovables -tanto en montos presupuestales como en utilización de los equipos profesionales más capacitados. Es muy probable que esta sea la principal razón por la cual las fuentes renovables de energía han tendido un desarrollo tan lento y precario durante los últimos cincuenta años.
Lo más interesante es que en los tomadores de decisiones germanos existe la convicción de que el rápido abandono de la energía atómica abre grandes posibilidades económicas para el país. La nueva política energética probablemente se transforme en un éxito de exportación, dándole a Alemania un liderazgo mundial en el área más crítica del desarrollo de los países: las fuentes de energía.
Hasta el año pasado los reactores generaban un cuarto de la energía que se consumía en Alemania, mientras que el 17% provenía de fuentes renovables. La actual planificación prevé que para el año que viene las renovables alcancen el 23%. Dentro de la misma estimación se espera que para 2022 -cuando cierre la última planta atómica- la generación de electricidad con energías renovables abastezca el 35% de la demanda; y en 2050, el 80%. Queda claro que la energía atómica no tiene futuro en Alemania. Y la comunidad internacional observa con gran interés como resulta el experimento en la nación más vanguardista del mundo en materia tecnológica.

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