Un reciente estudio afirma que el ritmo de aumento de las temperaturas se ha ralentizado, aunque seguimos superando el límite recomendado
El calentamiento del planeta se ralentiza. Al menos, eso afirma un estudio científico publicado en la revista británica «Nature Geoscience», capitaneado por el investigador de la Universidad de Oxford, Alexander Otto. Según este informe, la década pasada fue la más cálida desde que empezaron los registros en 1880. Sin embargo, entre el año 2000 y el 2009, el ritmo de incremento del calentamiento del planeta fue menor. Nos alejamos, por tanto, de las predicciones más catastrofistas sobre las consecuencias del aumento global de las temperaturas. Aunque el estudio advierte que seguimos doblando el margen de seguridadque estima dos grados de aumento como límite seguro. «No hay que ser alarmistas con este asunto porque manejamos unos márgenes de incertidumbre con el comportamiento de la Tierra. Pero no hay que dejar de explicar los impactos adversos que produce», aclara Otto.
Desde hace años, las cuestiones del cambio climático y la participación de la actividad humana en el calentamiento global son hechos discutidos por los científicos de todo el mundo, que viven un debate continuo. «Decir que estos procesos son catastróficos no tiene sentido porque no hay pruebas suficientes para saberlo», asegura Antón Uriarte, doctor en geografía y catedrático de la Universidad del País Vasco. Este investigador, autor del libro Historia del Clima en la Tierra, afirma que solo en los últimos «quince años» se ha liberado «el 20% de todo el dióxido de carbono que el hombre ha generado» y, a pesar de ello, «el ritmo de crecimiento de las temperaturas ha decaído».
Cansado de que se hable de este gas «como si fuera tóxico», prefiere mentarlo como «una bendición» para el planeta: «Al haber mayor concentración, la biomasa crece, por lo que la vegetación aumenta». Distinto criterio mantiene José Antonio Salgado, oceanógrafo e investigador del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), quien si bien confirma este hecho, relata alguna consecuencia negativa de este fenómeno. «Buena parte de ese CO2 (el 40%) se ha disuelto en el océano, convirtiéndose en ácido carbónico, lo que ha aumentado la acidez del agua y ha complicado la supervivencia de todo tipo de especies marinas», argumenta.
La explicación para el fenómeno detectado por Otto y otros científicos parece complicada. El físico británico explica que podría deberse a «quela capa superior del océano ha tomado más calor que en las décadas anteriores y, por tanto, ha compensado el aumento más lento de la temperatura del aire». Salgado entiende que otros factores ajenos al CO2 como «las erupciones volcánicas o la acumulación de aerosoles en la atmósfera» influyen en la temperatura global. Y narra que, de no haber sido por la presencia de gases de efecto invernadero, los termómetros «quizá hubieran marcado datos más fríos». Algo en lo que difiere Uriarte, que achaca estos cambios al ciclo natural: «Hay que tener en cuenta las corrientes marinas, no solo las superficiales que se estimaban antes, y la variación de la nubosidad».
Récord en Hawái
El 7 de mayo, el observatorio de Mauna Loa (Hawái, EE.UU.) detectaba por primera vez en la historia una concentración de dióxido de carbono superior a las 400 partes por millón (ppm). Uriarte asume este hecho con tranquilidad: «Con las estimaciones que se tienen de crecimiento de este gas en la atmósfera, el dato era esperable». De hecho, comenta que en un aula cualquiera al final de una clase, la presencia de este compuesto puede llegar «a las 2000 ppm», y que otros gases están presentes en cantidades mucho mayores: «De oxígeno hay 210.000 ppm, de nitrógeno 70.000...». Salgado, por el contrario, se muestra preocupado por el dato: «Desde hace casi 6.000 años, el nivel del mar se había mantenido constante; sin embargo, hacia 1850 vuelve a crecer cuando no tendría que hacerlo. Parece claro que la acción del hombre tiene que ver con esto, pues el calentamiento produce deshielo». Alexander Otto sigue el mismo camino: «El calentamiento de la segunda mitad del siglo XX puede atribuirse claramente a un alto grado de emisión humana de gases de efecto invernadero procedentes del uso de combustibles fósiles y de la deforestación y la agricultura».
El oceanógrafo explica con gracia lo complicado que resulta investigar fenómenos como estos: «Lo ideal sería tener tres planetas Tierra para experimentar sobre ellos en un laboratorio, pero no es posible, así que nos basamos en evidencias indirectas». Con este método de trabajo, asevera que «cualquier aproximación lleva a pensar que el CO2 tiene algo o mucho que ver con el calentamiento». Una teoría afín con las conclusiones del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) en su último estudio más exhaustivo sobre estas cuestiones, publicado en 2007, donde se cree en la probabilidad de que, si no fuera por la acción del hombre, viviríamos una época de enfriamiento.
Escépticos y predicciones
Uriarte duda de las estimaciones de esta organización: «Predijeron que el anticiclón de las Azores se iba a extender y que las borrascas se alejarían de la península, pero en España llueve igual o más que antes». Este geógrafo se muestra «escéptico» con cualquier predicción y explica queconocemos «muy poco» las «variaciones de intensidad solar» como para saber qué ocurrirá en el futuro. Una cuestión, la del día de mañana, que a Salgado no parece preocuparle en exceso: «Es lógico que a la gente no le importe lo que vaya a pasar en cientos o miles de años, pero ahora el nivel del mar crece a un ritmo de 2,5 milímetros anuales, un hecho dañino para lugares como, por ejemplo, la ría de Vigo y todas las personas que viven de la economía que genera», explica el científico gallego.
Un asunto que también se ha colado en el debate político. En 2007,Mariano Rajoy citó a su primo (catedrático de Física en la Universidad de Sevilla) al afirmar que éste le había comentado que «ni los diez mejores científicos del mundo podían decirle el tiempo que haría mañana».
«Nuestro país ha reducido las emisiones por la crisis»
JUANMA FERNÁNDEZMADRID
Susana Magro Andrade es Directora General de la Oficina Española de Cambio Climático, dependiente del Ministerio de Medio Ambiente. Asegura que en España se trabaja «desde la prudencia y la prevención» en estas cuestiones, y que se encuentran «expectantes» ante el nuevo informe del IPCC, que se publicará en septiembre.
«Hay datos que nos preocupan. Si los pronósticos se cumplen, nuestras reservas hídricas podrían disminuir entre un 15 y un 20 por ciento por los cambios en el régimen de lluvias, así que tendríamos menos agua disponible», explica. Sobre la emisión de gases de efecto invernadero, Magro asegura que ahora se sigue un camino distinto al del Gobierno socialista. «Para poder cumplir con el Protocolo de Kioto, entre 2005 y 2011 se pagaron unos 700 millones de euros a otros países por derechos de emisión», señala antes de añadir que España «no va a gastar más dinero en esto» porque «vamos a cumplir» con lo establecido. Todo ello tras superar un déficit del Ejecutivo anterior en este campo, que obligó a gastar 40 millones en compra de derechos a Polonia.
Según Magro, nuestro país ha reducido las emisiones de CO2 «por la crisis económica», debido al cierre de empresas y a la caída de la producción. A pesar de ello, desde el ministerio se apoyan proyectos empresariales de tipo sostenible porque piensan «a medio y largo plazo». Por ello, aseguran que quieren potenciar «una economía baja en carbono», centrada en sectores empresariales «verdes o bajos en emisiones». Con este objetivo se crearon en 2012 los Proyectos Clima, que fomentan este tipo de iniciativas, y donde este año han recibido «más de 200 propuestas» que les tienen «felizmente desbordados». Todo ello con el fin de evitar ese temido aumento anómalo de las temperaturas del planeta, un fenómeno donde Magro cree que el hombre tiene «un papel innegable».
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