Los entresijos del funcionamiento del sistema eléctrico
español
En 2002 empezó a generarse un déficit que acumula más de
28.000 millones
Los ingresos no cubren los costes reconocidos por el
Gobierno al sector
Las tarifas que pagan los consumidores son fijadas, en
parte, por el Ejecutivo
Algunos costes están relacionados con las redes de
suministro
También hay retribuciones e incentivos a distintos tipos de
fuentes de energía
Elaboración de la CNE
El Gobierno retira
3.100 millones de dinero público al sistema eléctrico. Soria avisa de que el
Gobierno no intervendrá para evitar subidas bruscas de la electricidad. La CNE
califica de "drástica" la subida de la luz y dice que Industria
sobrevalora lo que se ingresará
La reforma eléctrica reparte casi todo el déficit de tarifa
entre empresas y consumidores. El déficit de tarifa eléctrica superó los 28.000
millones de euros hasta 2012, según la CNE. El Gobierno dejará el déficit de
tarifa en 6.000 millones en 2013, aunque no detalla cómo. La colocación del
déficit tarifario en el mercado de deuda encarecerá el recibo de la luz
LOURDES FRANCIA
18.12.2013
La liberalización del sistema eléctrico español se definió
en 1997 con la Ley del Sector Eléctrico, aunque las tarifas reguladas no
desaparecieron hasta 2009. A partir de ese año, los consumidores con potencias
instaladas superiores a 10 kW tienen que contratar a una comercializadora que
les suministre la energía a un precio, teóricamente, fijado en el mercado libre
por la oferta y la demanda. Por su parte, los consumidores más pequeños (con
menos de 10kW de potencia) pueden elegir entre ir a ese mercado o acogerse a la
Tarifa de Último Recurso (TUR), parcialmente regulada por el Gobierno, que
ahora la ha rebautizado como Precio Voluntario al Pequeño Consumidor (PVPC). Los
ingresos logrados a través de una y otra tarifa deberían bastar para financiar
los costes del sistema, pero esa ecuación no cuadra y, desde 2002, se ha ido
generando el llamado déficit de tarifa. Pero, ¿por qué? Las claves se resumen a
continuación
¿Qué es el déficit de tarifa? Este desequilibrio se origina
porque los ingresos logrados a través de la factura que pagan los consumidores
no cubren todos los costes que el Estado ha reconocido al funcionamiento del
sistema, al decidir cómo retribuir o incentivar cada fuente de energía y fijar
los peajes para pagar la mayor parte de esos costes. La ley de 1997 permitía
que las empresas eléctricas se anotaran esa diferencia como una deuda de los consumidores con ellas, que
deben devolver en un período de 15 años. Sin embargo, los ingresos definitivos
acaban dependiendo de la demanda real de energía, mientras que los costes
finales aparecen condicionados por el mercado energético (por ejemplo, las
primas a las renovables se marcan por la diferencia entre la retribución que se
les prometió en una norma de marzo de 2004 y el precio de la energía en el mercado).
En un contexto como el actual, en el que caen tanto el consumo como el precio
de la energía, el desajuste entre unos y otros ha ido a más. A partir de 2010,
el déficit empezó a titulizarse a través del Fondo estatal de Amortización del
Déficit Eléctrico (FADE), es decir, que se coloca en el mercado de deuda en
forma de bonos, igual que se hace con la deuda del Estado o la de las empresas.
Así, con el aval del Estado, las eléctricas van recuperando lo que las normas
han establecido que se les debe. El problema es que se coloca ofreciendo una
rentabilidad al inversor que compra los títulos, y ese interés se convierte en
un coste que pasa a engrosar el mismo déficit. El déficit de tarifa sumaba
28.000 millones de euros al cierre de 2012, según la CNE. En 2013 podrían
haberse generado otros 10.500 millones adicionales, según el Gobierno que, para
evitarlo, ha adoptado varias medidas en 2012 y 2013, como la creación de
impuestos a la generación o la reciente subida de los peajes de acceso. Sin
embargo, una de esas medidas era la aportación de 3.100 millones de euros por
parte del Estado (2.200 millones en un crédito extraordinario y otros 900 millones
para enjugar el sobrecoste de los sistemas extrapeninsulares), pero el Gobierno
ha dado marcha atrás en esa contribución en diciembre de 2013 y eso ha
provocado un aumento del déficit eléctrico acumulado, que podría cerrar el
ejercicio con cerca de 4.000 millones más, ya que también puede haber menos
ingresos de los calculados debido a que la caída de la demanda ha sido mayor de
la estimada, algo que ya advirtió la desaparecida CNE.
¿Cómo se marca el precio de la energía? Según el diseño del
sistema, el precio de producción de la electricidad se marca a diario, en
función del consumo real en España y la cantidad de energía generada por cada
productor en cada momento. Ese es el precio del mercado libre -que fluctúa en
función de la cantidad de energía disponible y la demanda que debe atender- y
que determina el precio que pagan los clientes mayoristas o el que ofrecerán
las comercializadoras en sus contratos. Pero ese precio no es el que pagan los
consumidores acogidos a la TUR. Ése se marca cada tres meses, en una subasta
denominada CESUR entre las grandes generadoras de electricidad y las
comercializadoras. En esa puja se decide cuánto costará producir la energía en
los siguientes tres meses, en función de los gastos que tengan que afrontar las
empresas generadoras, derivados -por ejemplo- del precio estimado de los
combustibles utilizados en la producción. El precio por kilovatio/hora marcado
en la CESUR decide casi la mitad no regulada de la TUR.
¿Cuáles son los costes reconocidos? Aparte del coste de
producir energía, el sistema tiene unos costes añadidos de inversión,
instalación y mantenimiento de infraestructuras y redes. En las sucesivas
normas sobre el funcionamiento del sistema eléctrico aprobadas desde 1997, los
distintos Gobiernos han establecido unos costes a ese sistema que la CNE
califica desde 2012 como “costes reconocidos”, en un intento de distinguirlos
de costes reales. Primero, se reconocen unos costes a las actividades
relacionadas con las redes, como el transporte (monopolio de Red Eléctrica
Española) y la distribución, en manos de las cinco grandes eléctricas que
protagonizan también la mayoría de la generación: Endesa (controlada por la
italiana Enel), Iberdrola, Gas Natural Fenosa, E.ON España y Hidrocantábrico,
propiedad de la portuguesa EDP. Segundo, se incentiva la inversión en fuentes
renovables y en ciclos combinados (centrales que generan electricidad a partir
del gas natural y de vapor de agua), prometiendo el abono de unas primas a la
producción. En tercer lugar, se compensa a las fuentes que nacieron bajo la
normativa anterior a 1997 (nucleares e hidroeléctricas) por el proceso de
transición a la competencia. También se incluye como coste del sistema las
subvenciones al suministro de electricidad a las islas, Ceuta y Melilla
(sistemas extrapenisulares) y lo que se denomina servicio de interrumpibilidad,
que es un pago a las grandes industrias para que estén dispuestas a
desenchufarse de la red y así tener garantizado el suministro en todo momento. Por
último, también se añaden a los costes del sistema eléctrico las anualidades
que se pagan del déficit de tarifa, la moratoria nuclear o la gestión de
residuos nucleares.
¿Qué son los peajes de acceso? Son unas tarifas que
determina el Gobierno cada tres meses y que pretenden cubrir los gastos
asociados al uso de la red eléctrica. Dentro de esas tarifas se fija un precio
a cada kilovatio de potencia contratada y otro, a cada kilovatio/hora consumido
(ver fórmula superior). El ministro de Industria y Energía, José Manuel Soria,
ha anunciado este agosto que estos peajes se revisarán a partir de ahora de
forma automática cuando la diferencia entre costes e ingresos aumente por
encima del 2,5%. Los peajes sirven para pagar el coste de las redes - transporte
y distribución, que absorben el 45% de los ingresos por peajes-, pero también
el resto de los costes para los que –según la CNE- no existe una “metodología
de asignación”.
¿Cómo influyen los peajes en la factura al consumidor? Los
peajes determinan, aproximadamente, algo más de la mitad de la Tarifa de Último
Recurso (TUR) o Precio Voluntario al Pequeño Consumidor (PVPC). El resto de la
TUR se fija en la subasta trimestral (CESUR) entre generadoras de electricidad
y las comercializadoras que proporcionan el suministro a los consumidores
(éstas empresas son filiales de las grandes eléctricas, aunque formalmente
aparecen separadas de éstas). Los peajes también repercuten en el precio pagado
por los consumidores no acogidos a la TUR. Estos pagan a las comercializadoras
eléctricas un precio dependiente del mercado y fijado en unos contratos que
incluyen cláusulas de revisión automática para reflejar esas variaciones de los
peajes.
¿Hay otros ingresos que paguen los costes del sistema? Además
de los ingresos por peajes, el Gobierno pretende cubrir los costes regulados
del sistema eléctrico en 2013 con los ingresos obtenidos en las subastas de
emisiones de CO2 (estimados en 150 millones de euros, 300 millones menos de lo
esperado), los nuevos impuestos creados en la Ley de Sostenibilidad Energética
aprobada el año pasado (2.650 millones, 275 millones menos de lo calculado en
febrero). El crédito extraordinario de 2.200 millones concedido por el Estado
era una de esas fuentes, pero -como ya se ha explicado- se ha anulado en el
último momento, al igual que los 925 millones de euros que iban a pagar los
Presupuestos Generales de 2014 para cubrir la mitad del sobrecoste por la
subvención del suministro a los sistemas extrapeninsulares (Canarias, Baleares,
Ceuta y Melilla) (ver gráfico). Esas anulaciones causarán que en 2013 sí haya
déficit, en contra de lo previsto inicialmente por el Ejecutivo de Mariano
Rajoy.
0 comentarios:
Publicar un comentario